Hace dos semanas, se publicaron en EE. UU. dos informes fundamentales: el informe ISM manufacturero y el informe de empleo. Estos informes indicaban posibles signos de ralentización de la economía estadounidense.
El mercado, que se había mostrado optimista sobre un aterrizaje suave, reaccionó con fuerza. Las acciones cayeron bruscamente. Las primeras sacudidas se dejaron sentir el jueves y el viernes, con una caída del 5% en el índice S&P 500, a la que siguió el lunes pasado una venta masiva histórica en los mercados japoneses, que se extendió a gran parte de Asia.
A pesar de la agitación de los mercados, no todos los sectores se comportaron igual. Los sectores con mejores resultados fueron los de productos básicos, sanidad, servicios públicos e inmobiliario. Estos sectores suelen beneficiarse de tasas de interés más bajas y se consideran defensivos en tiempos de incertidumbre económica. Por el contrario, los sectores con peores resultados fueron los de tecnología de la información y consumo discrecional. El mal comportamiento de estos sectores, especialmente los dominados por las grandes tecnológicas, pone de manifiesto la ansiedad actual del mercado. Amazon, Tesla y Nvidia fueron algunas de las más afectadas, y factores específicos como los informes de resultados y las operaciones especulativas contribuyeron a sus caídas.
El VIX, que mide el costo de la cobertura frente a la volatilidad a corto plazo en el S&P 500, subió bruscamente el lunes tras una leve subida el viernes. Este aumento indica un mayor temor entre los inversores, impulsado por la preocupación por las posibles pérdidas en cascada debidas a los límites de las posiciones y las peticiones de márgenes.
Curiosamente, mientras que el mercado de valores continuó su tendencia a la baja el lunes, los rendimientos del Tesoro estadounidense se mantuvieron planos. Esta estabilidad en el mercado de renta fija sugiere una compleja interacción de factores. En particular, el movimiento hacia la deuda pública estadounidense –una reacción típica de refugio seguro– no se aceleró al mismo tiempo que la venta masiva de acciones.
La reciente caída del mercado puede atribuirse a varios factores entrelazados. La preocupación por la recesión es sin duda uno de ellos, pero quizá no el más importante. Los movimientos relativamente moderados de los bonos del Tesoro, los diferenciales de los bonos corporativos y las expectativas de tasas sugieren datos económicos contradictorios más que un pánico declarado.
El desmantelamiento de las operaciones de carry trade con yenes podría haber contribuido a la venta masiva, ya que los inversores se han visto obligados a vender activos que habían comprado con yenes prestados. Es lógico que esto ocurra, pero es difícil demostrar la magnitud del efecto, ya que no disponemos de datos concretos sobre esta operación.
Sin embargo, hay motivos para creer que la reversión del carry trade ha sido mayor de lo que se pensaba. El peso mexicano y el real brasileño, dos divisas de alto rendimiento que suelen comprarse con yenes prestados, cayeron ayer a mínimos de varios años a pesar de mantener elevados diferenciales de tasas de interés con Estados Unidos.
¿Podría haberse visto arrastrada también la renta variable? Por supuesto, es posible que la dirección de la causalidad fuera en sentido contrario: que fuera la venta masiva de acciones la que pusiera patas arriba el carry trade, al borrar las ganancias obtenidas con activos pagados con préstamos en yenes cada vez más caros.
La venta masiva de acciones de las grandes tecnológicas ha sido violenta y los cambios de valor son inmensos, al menos en dólares. Ha tenido eco en Asia en forma de venta masiva de grandes empresas de semiconductores. Los fondos que esperaban batir al índice no tuvieron más remedio que sumarse a esta operación. Y esos fondos tenían grandes beneficios este año que habrían estado dispuestos a asegurar. Si hay que señalar a un único responsable de las recientes caídas de los precios de la renta variable, hay que apuntar a las grandes tecnológicas.
Sin embargo, a pesar de la reciente volatilidad, hay indicios de una posible estabilización. El índice ISM de servicios mostró una expansión continuada, aunque modesta. Los informes de resultados, como los de Tyson Foods y Palantir, ofrecieron algunas sorpresas positivas. El VIX se enfrió un poco y el mercado bursátil no cerró en mínimos el lunes. La estabilidad del mercado de bonos y la recuperación de los mercados asiáticos sugieren una posible relajación de las presiones inmediatas.
Aunque el mercado sigue en vilo, es importante recordar que la volatilidad es una parte natural de la inversión. Un mercado caro en una economía en desaceleración no necesita una razón específica para caer, del mismo modo que un mercado barato en una economía en crecimiento no necesita un catalizador concreto para subir. Como siempre, mantener una cartera diversificada y mantenerse informado son las mejores herramientas para navegar en estos tiempos de incertidumbre.