El Bitcoin y otras criptomonedas han atraído la atención de los inversores durante la última década, y muchos las promocionan como instrumentos financieros revolucionarios que prometen una nueva era de descentralización y libertad financiera.
Uno de los principales argumentos para invertir en Bitcoin es su supuesto papel como cobertura contra la inflación y la devaluación de las monedas fiduciarias, en particular el dólar estadounidense. Sin embargo, un examen más detallado del comportamiento reciente del mercado y de la dinámica subyacente revela varias razones por las que las criptomonedas, especialmente Bitcoin, pueden no ser inversiones adecuadas para inversores minoristas basadas en esta premisa.
La tesis de que Bitcoin actúa como cobertura contra la inflación se basa en su oferta finita. Solo existirán 21 millones de bitcoins, y la escasez denota valor. Sus defensores argumentan que esta escasez hace que Bitcoin sea similar al oro digital, un depósito de valor que teóricamente debería mantener o aumentar su valor a medida que las monedas fiduciarias se devalúan por las presiones inflacionistas. La idea es que cuando la inflación aumenta y las monedas fiduciarias pierden poder adquisitivo, los activos finitos como Bitcoin deberían mantener su valor o incluso apreciarse, proporcionando una salvaguarda para la riqueza de los inversores.
A pesar de los fundamentos teóricos, la evidencia en el mundo real sugiere que Bitcoin no ha funcionado como una cobertura fiable contra la inflación. Cuando la inflación se disparó por encima de las expectativas en 2022, los mercados financieros experimentaron una gran agitación. Las acciones y los bonos cayeron significativamente. Durante este período, en lugar de mostrar resistencia o apreciar su valor, los precios de Bitcoin cayeron en picada, reflejando los descensos de los activos de riesgo tradicionales. Este comportamiento contradice la tesis de la cobertura frente a la inflación.
Uno de los factores críticos que socavan el papel de Bitcoin como cobertura de la inflación es su alta correlación con activos de riesgo como el Nasdaq. Históricamente, los activos de cobertura como el oro o los bonos del Tesoro han mostrado correlaciones bajas o negativas con las acciones, proporcionando beneficios de diversificación. El bitcoin, en cambio, ha mostrado una fuerte correlación positiva con los valores tecnológicos y otras inversiones de alto riesgo. Cuando el sentimiento del mercado se inclina hacia el risk-off, Bitcoin tiende a sufrir junto con estos activos en lugar de proporcionar un refugio seguro.
La volatilidad del precio de Bitcoin es otro motivo de preocupación. El mercado de criptomonedas es notoriamente volátil, con precios que a menudo oscilan salvajemente en períodos cortos. Esta volatilidad se debe principalmente a operaciones especulativas y no a factores económicos fundamentales. A diferencia de los activos tradicionales, que se valoran en función de los flujos de caja, los beneficios u otros parámetros tangibles, el valor de Bitcoin depende en gran medida de la confianza del mercado y del comportamiento especulativo. Esto lo convierte en un vehículo de inversión altamente impredecible.
A diferencia de las acciones, que representan la propiedad de empresas con activos productivos y flujos de caja, o de los bonos, que proporcionan pagos regulares de intereses, Bitcoin carece de valor intrínseco. Su valor se deriva únicamente de la creencia de que otros lo valorarán más en el futuro, un concepto a menudo conocido como la “teoría del más tonto”. Esta naturaleza especulativa significa que el precio de Bitcoin puede estar muy influenciado por la psicología del mercado, lo que lo convierte en una inversión arriesgada sin ninguna utilidad económica subyacente.
Para los inversores que buscan coberturas contra la inflación o las caídas del mercado, los activos tradicionales como el oro, los bienes inmuebles y los bonos protegidos contra la inflación (TIPS) han proporcionado históricamente una protección más fiable. Estos activos tienen un historial probado y están respaldados por mercados y marcos reguladores bien establecidos. Ofrecen la posibilidad de obtener ingresos, preservar el capital y, en algunos casos, revalorizarlo, sin la extrema volatilidad y la naturaleza especulativa asociadas al Bitcoin.
Bitcoin es más un vehículo de especulación sobre especulación que una estrategia de inversión sólida o incluso un componente válido de una cartera. ¡Hay alternativas mucho mejores!